Uno más uno, cero

La cuenta atrás, ese deporte de creadores desmadejados que aficionan su quehacer emponzoñando su vida con almas inventadas. Siempre queda un hálito de lo que pudiera haber sido real. Siempre es una cuenta atrás que nunca aprendió a nacer, que solo sabe estar. Despojado el edificio de la historia, cuenta los años de cinco en cinco para llegar más tarde que nunca a la arcilla primigenia. Barro fuiste y en Eroski te convertirás.
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